lunes, 7 de enero de 2008

LITERATURA: La muerte de Mozart

Por Vit M.D

Es bien sabido que Mozart (Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart) o simplemente Wolfgang Amadeus Mozart, fue un compositor y orquestista fantástico, no solo de su época, sino de todos los tiempos. Nacido el 1756, en Salzburgo, actual Austria, su obra no tuvo límites, fue un innovador de la música de aquel entonces, un rebelde del pentagrama, un amante de las notas y, en pocas palabras, un genio.

Personalmente conozco, por psicología, que recientes investigaciones han demostrado que la música de Mozart tiene efectos positivos sobre el desarrollo cognitivo de fetos en el vientre materno, así como el desarrollo en la inteligencia de personas adultas. Este efecto, mas conocido como el “efecto Mozart”, se debería a que éste utilizó en sus composiciones, notas en un umbral alto, que estimulan la sensación de euforia en los seres humanos durante aproximadamente 15 minutos; y se sabe también que su música no solamente ayudaría a los seres humanos, sino a los animales y plantas que, al sentir su música, pueden llegar a desarrollarse más rápido. Asombroso, ¿verdad?

Se conoce también, por fuentes históricas, que Mozart no fue un tipo serio ni ajustado a las reglas sociales de la época de entonces. El film “Amadeus” de Milos Forman representa esta faceta de Mozart, la de un muchacho con risa cantarina, adicto a las fiestas y despilfarrador de primera. En realidad, los historiadores y biógrafos de Mozart niegan rotundamente que haya sido así, argumentando que la presencia del padre de Mozart durante toda su vida e incluso cuando contrajo nupcias con Constanze Weber, ejerció presión en éste para que sea más refinado y apegado a los cucufatos valores de entonces, debido a su figura autoritaria y opresiva. Sin embargo, existe una carta escrita por Mozart y dirigida a un amigo suyo, en la que firma como “Wolfgangus Amadeus Mozartus”, demostrando así su “curioso” sentido del humor.

Existen muchas anécdotas en torno a Mozart. En 1763 viajó con su familia a Viena, donde fueron recibidos en palacio por la emperatriz María Teresa. Cuenta la historia que la emperatriz quedó encantada con el niño Wolfgang Amadeus, tanto, que incluso lo sentaba en su regazo y lo besaba. En Versalles, los Mozart tocaron ante el monarca Luis XV. La anécdota cuenta que en esa ocasión, la amante del rey, la altiva Madame Pompadour, no permitió que el niño Wolfgang la abrazara por temor a que se estropeara su traje. En Londres causaron la admiración del rey Jorge III; durante este viaje el joven músico compuso su primera sinfonía y conoció a Johann Christian Bach, hijo menor de Johann Sebastian Bach. En Holanda deslumbró a toda la realeza tocando el órgano más grande y complicado del mundo, y compuso su primer oratorio, a los nueve años de edad. Cada presentación del joven Wolfgang Amadeus era una exhibición de su virtuosismo con el clavicordio y el violín (cuenta la historia que ya en esa época podía tocar el teclado con los ojos vendados), y dejaba a los espectadores maravillados improvisando sobre cualquier tema que le proponían. Incluso, a la edad de trece años ya sabía ser galante y dedicaba a las damas de la nobleza sus primeras sonatas para violín y clavicordio.

Sin embargo, diversas historias se han formado alrededor de los acontecimientos mortuorios de este genio. A finales de su vida, Mozart había perdido popularidad en Viena, por la aparición de nuevos compositores y nuevas óperas y estilos. También sufría mucho, era alcohólico y fuentes históricas señalan que posiblemente se drogaba, además de tener deudas económicas fuertes, lo que lo hacían vulnerable y perder confianza entre la gente vienesa. Si hablamos de su creación, para el final de su carrera, las operas “Las Bodas de Fígaro” (1786) y “Don Giovanni” (1787) aunque triunfaron en Praga, no tuvieron la misma suerte en Viena.

En marzo de 1791, un desconocido vestido todo de gris le encargó que escriba una misa de réquiem, pagándole por adelantado y diciéndole que regresaría en un mes. Pero Mozart fue llamado desde Praga para escribir y dirigir la ópera “La clemencia de Tito” para festejar la coronación de Leopoldo II, por lo que no pudo tenerla lista a tiempo. Cuando Mozart subía junto a su mujer al carruaje que los llevaría a esa ciudad, el desconocido se les presentó otra vez, sobrecogiendo e intimidando al compositor. Mozart, obsesionado con la idea de la muerte desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que éste era un mensajero del destino y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.

Más tarde se supo que este personaje se trataba del conde Franz Walsegg, y no del compositor rival Antonio Salieri, desmintiendo totalmente la versión de la muerte de Mozart que expone el film “Amadeus” y ciertas leyendas vienesas. Walsegg quería el réquiem para celebrar los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya, por lo que permanecía en el anonimato.

Probablemente Mozart, debido a su condición de alcohólico es que se considera que murió de un fallo hepático fulminante. Se sabe que tuvo recaídas en algunos de sus conciertos, sintiéndose exhausto e incluso desmayándose. También se cree que sufrió una fiebre reumática o que incluso lo afectó la peste, traída por los turcos en esos tiempos de guerra, y claro, existen múltiples conjeturas acerca de todo esto. Cuenta la historia que, en octubre de 1791, caminaba con su esposa por un parque, de pronto éste se sintió mal y se sentó en un banco, muy agitado, y comentó a Constanze que alguien lo había envenenado.

Lo cierto es que este genio murió un 5 de diciembre de 1791 a los 35 años de edad y que poca gente asistió a sus funerales celebrados en la catedral de San Esteban (donde también se casara con Constanze). Fue sepultado en una fosa común del cementerio de St. Marx en un día de lluvia y tormenta. Ninguno de sus familiares o amigos asistió al entierro, sólo lo acompañó su perro. Existen versiones de que el enterrador vertió cal encima del saco donde se encontraba su cuerpo, esto avalaría la teoría de que murió por la peste.

Si bien su muerte fue un misterio por los pocos datos y noticias de aquel entonces, se sabe que su obra fue espléndida, vasta tanto en calidad como en cantidad, una de las mejores de todos los tiempos. Mozart fue un genio musical, un ser divino de repente, pero si un iluminado de las notas. No contento con lo que me informé para escribir esto, acudí a un neurólogo y me contó que en la residencia, estudian el efecto de la música de Mozart en el cerebro humano y los niveles de excitación que pueden producir. Y claro, está demás decir que mientras escribía, escuchaba sin cesar su bella música, y por sobre todo mis favoritas, que son la ópera “La flauta mágica”, la “sinfonía nº40” y la “pequeña serenata nocturna”.

Sin duda un dios de la música... !Viva Mozart!

Aqui les dejo como regalito este video del concierto de la Orquesta de Cámara Estudiantil de Santiago de Chile, interpretando el 1º movimiento de la "pequeña serenata nocturna".

2 comentarios:

J.C. dijo...

Si, muy informativo, hace unos años hice unos cuantos experimentos con la musica de Mozart utilizando como conejillo de indias a mi hermana de cuatro años.Quede sorprendido por los resultados. Sin duda alguna el eflubio de las notas que compuso Mozart afectan el funcionamiento cerebral. En general la musica instrumental clasica suele no solo afectar al ser humano.
El doctor Masaru Emoto, cintifico japones escribe en su libro "Mensajes del agua" la forma en como la musica meloodicamente zincronizada y ordenada puede afectar el agua purificando sus elementos como si fuera algun filtro... Como estudiante de medicina de repente te muestres un poco eceptico, sin embargo te recomiendo el texo habla mucho sobre Mozart dicho sea de paso. Saludos.

Anónimo dijo...

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